La solidaridad es una característica con la que puede ser definido el pueblo dominicano del período 1850 al 1900. Esta solidaridad se veía reflejada en las juntas y los convites, en los que los vecinos ayudaban a algún vecino a preparar el terreno para la siembra.
Asimismo, a la muerte de una persona, los vecinos se encargaban del trabajo de la familia durante los siguientes nueve días, y le acompañaban en las noches. En los velatorios, se esperaba que las mujeres tuvieran grandes llantos, pues, al igual que hoy, se vincula la intensidad del llanto con la intensidad de cariño que se le tenía al difunto.
Un aspecto que nos puede resultar extraño es el hecho de que, a la muerte de un niño –hecho frecuente en la época– el cadáver era vestido de ángel y se celebraba una fiesta con piezas alegres, valses y danzas. Esta práctica, conocida como “baquiní” se sigue llevando a cabo en algunos campos del sur de República Dominicana.
El contacto social entre clases sociales se mantenía por medio de los criados, niños cedidos por sus padres a familias acomodadas para su crianza, alimentación y educación. Esta relación podría derivar, también, en la explotación del niño como sirviente. Asimismo, las personas de clase social baja encontraban orgullo en demostrar el parentesco o cercanía con alguien de una posición superior. Este fenómeno pudo haber contrarrestado la creación de fuertes resentimientos de clase.
Referencias:
Hoetink, H. (2021). “La vida familiar y cotidiana”. En El pueblo dominicano: 1850-1900: apuntes para su sociología histórica (5ta ed., pp. 315-343). Academia Dominicana de la Historia. (Trabajo original publicado en 1985)
Fuente: https://litteranova.com/2024/04/01/continuidad-en-las-costumbres-sociales-cotidianas-de-los-dominicanos-de-1850-al-1900-ii/
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