Tal como abordamos en la entrega anterior, la eficiencia mueve a la búsqueda de mejoras enfocadas en las actividades que conforman los procesos para generar una reducción en los costos asociados a los recursos que se emplean en los procesos productivos, partiendo de los límites establecidos a partir de la medición de la productividad. Esta reducción de costos influirá en el aumento de la rentabilidad.
La
eficiencia puede entenderse como el indicador de la idoneidad con que se
obtiene los resultados en un proceso de cara a un estándar establecido. Matemáticamente
puede expresarse como producción real/ producción estándar. Por su parte, la
productividad refiere a la capacidad que tiene un proceso de generar valor
sobre los insumos que emplea y se expresa como la relación entre los productos
e insumos. Matemáticamente se
corresponde con productos/insumos. Con ambos enfoques se logra mejorar la
rentabilidad de una unidad de negocio, sin embargo, cuando se da preferencia a
uno solo, se puede incurrir en errores costosos para la organización. Evaluemos
los siguientes escenarios.
Con el
objetivo de elevar los niveles de productividad, una empresa de servicios puede
decidir integrar mano barata y no especializada en la entrega de los servicios
que ofrece. Como consecuencia en el corto o mediano plazo la empresa bajo
análisis:
-Puede percibir un aumento de productividad ya
que se reducen las entradas por la disminución de pago de mano de obra. Con
esto, crece la rentabilidad.
-Ya que la empresa estará entregando servicios
por debajo de la calidad previa la calidad percibida por sus clientes estará
por debajo de sus expectativas. Con esto, eventualmente, la demanda de sus
servicios disminuirá.
Como
consecuencia, el aumento en la rentabilidad se convierte en efímera debido a la
proyección en pérdida de clientes.
Si se parte
únicamente desde del enfoque hacia el aumento de la eficiencia, se puede
analizar el siguiente ejemplo. En una empresa de manufactura establecida desde
hace una década, se logra producir de forma diaria 350 unidades de un producto
cuando su producción estándar establecida es de 400 unidades. En este caso, la
eficacia calculada es de 87.5%. Con el
objetivo de aumentar la eficiencia del proceso en referencia, la empresa puede
decidir eliminar de la revisión del producto en proceso algunos puntos de
control establecidos para, con ello, disminuir el tiempo de producción por
unidad y, finalmente, aumentar la eficiencia. Con esta acción, la empresa puede
aumentar sus niveles de eficiencia, pero, al mismo tiempo, pondrá en riesgo la
calidad del producto final. Si la
calidad del producto final es disminuida, pueden aumentar el número de desechos
de unidades por incumplimiento de calidad o, peor aun, el producto puede tener
el rechazo de los clientes y, con ello, una baja en ventas que disminuiría la
rentabilidad de la empresa.
Como se ha
visto, si se recurre al empleo de un solo enfoque dentro del entorno productivo,
se pueden incurrir en errores que disminuyan la rentabilidad de la empresa en
el mediano y largo plazo. Para mantener un equilibrio se debe recurrir a la
eficacia como indicador de control.
Recordando
que la eficacia alude al logro de los objetivos, cuando se busque aumentar la
productividad o la eficiencia, se mantendrán la mira la calidad establecida en
los bienes o servicios siempre que se incluya como indicador a la eficacia. Con
esto se logra un el aumento en la rentabilidad, de forma perdurable en el
tiempo, que sirva de soporte para la competitividad.
Fuente: Litteranova
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