Si bien los términos eficiencia y eficacia suelen ser empleados como sinónimos en la cotidianidad, poseen una diferenciación importante a lo interno de las organizaciones cuando se abordan aspectos de competitividad y rentabilidad.
El primero
de esos términos, eficiencia, se refiere a la realización de una actividad al
menor coto posible –con la palabra costo nos referimos a la cantidad de recursos
que se emplean en la realización de una actividad–. Por lo tanto, cuando se
habla de un proceso eficiente se alude a la producción de bienes o a la entrega
de servicios empleando la menor cantidad posible de materia prima, tiempo,
personal o cualquier otro tipo de recurso.
Cuando
trabajamos con la eficacia nos enfocamos o bien en la disminución de la
cantidad de recursos que se emplean en un proceso o bien en el aumento de la
cantidad de productos procesados o servicios entregados empleando la misma
cantidad de recursos.
Por su
parte, la eficacia coloca el foco en el logro de los resultados propuestos, es
decir, en completar las actividades de forma apropiada en aras de alcanzar las
metas planificadas. La eficacia se puede definir entonces, como el grado en que
se cumplen con las actividades programadas.
Trabajar
bajo un único enfoque de los planteados puede resultar en efectos negativos
para los resultados de una organización. En el primer caso, se corre el riesgo
de incurrir en problemas de baja calidad (que producen un efecto negativo en la
competitividad) ya que se buscará reducir al mínimo los recursos que se
emplean. Con el segundo, se pueden generar problemas de rentabilidad al
enfocarse en el logro de los resultados propuestos ya que se pierde de vista el
uso adecuado de los recursos y se puede incurrir en gastos excesivos y retrabajo.
Un tercer
término que puede ayudar a converger estos dos enfoques es la efectividad, que
puede ser entendida como el resultado de procesos eficaces y eficientes, es
decir, el desarrollo de actividades de forma apropiada, buscando alcanzar las
metas propuestas y, al mismo tiempo, velando por hacer un uso adecuado de los
recursos de modo que se evite su desperdicio.
Fuente: Litteranova
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